En 1925 Edwin Hubble logra desarrollar una técnica para medir distancias y determino que los enormes sistemas de estrellas eran galaxias. Descubre una galaxia llamada Andrómeda a dos millones de años luz. A través de una sofisticada medición de la luz denominada “efecto doppler”, una forma de medir la luz que llega desde las galaxias más lejanas. Calcula que esa galaxia se “aleja” de un punto de referencia establecido a una velocidad astronómica. En sus mediciones, descubre otra galaxia más lejana que Andrómeda, y que se aleja más rápido que Andrómeda, lo cual muestra una imagen del universo que era desconocida. La galaxia Andrómeda se desplaza a gran velocidad desde un punto establecido. Sin embargo, otra galaxia, a velocidad mayor, se encuentra más alejada; o sea, cuanto más rápida es la velocidad de la galaxia, más alejada está. Por lo tanto, si las galaxias se alejan y expanden, podemos rebobinar y observar que todas las galaxias nacen de un centro original.
El año 1946, el famoso científico George Gamow, elabora la teoría del Big Bang (la gran explosión). En un principio todo era una impresionante y poderosa bola de fuego, decía Gamow, de energía, que al explosar dio origen a todas las galaxias, las mismas que hasta hoy se siguen desplazando por efecto de esa primigenia explosión. Hubble demostró que en la Vía láctea las estrellas están separadas por distancias de cuatro años luz, a diferencia de la distancia entre galaxias alejadas entre sí por millones de años luz. Las galaxias contienen gases, planetas, energía y materia oscura.
El hombre no desciende del mono razonar así es una grave ofensa al ser humano y a Dios, quien ordena a la pareja humana multiplicarse y luego de darles la bendición, les da el poder de mandar aves y animales, hecho que implica colocar al hombre en un sitial superior respecto de los otros seres vivos. Si el ser humano hubiese descendido de algún animal, Dios no le habría podido ordenar que mandaran sobre ellos. En consecuencia, el hombre posee todas las cualidades y dones que Dios le dio al crearlo, inteligencia, sensibilidad y el gran don de la libertad.
Dios creó al hombre libre porque la libertad es un don valioso. La diferencia entre Dios y el hombre está en que Dios usa su libertad para amar y el hombre usa su libertad para hacer lo contrario; atacarse unos a otros. Dios no puede quitarle el don de la libertar, el “libre albedrío”, o su capacidad de “elegir libremente”. Sin embargo, esta libertad lleva implícito sus consecuencias; es decir, si el hombre elige un camino diferente al que Dios le ofrece, queda expuesto a recibir el fruto de sus malas decisiones.
En consecuencia, con la información científica que ahora conocemos podemos establecer que ese extenso período de la creación de 14.000 a 50 millones de años, es el tiempo en que Dios interviene, creando galaxias, astros, el Sistema Solar con el Sol y sus planetas y la Tierra. Luego crea diferentes especies de las primeras formas de vida multicelulares, grandes y pequeños animales, variedades de aves y peces descubiertas por la ciencia en las distintas etapas de la Creación, en la medida que el proceso de desintegración avanza crea los mamíferos aves y animales más finos y menos feroces mas proporcionales al hombre. Dios también debió eliminar especies que en el período de la Creación resultaron muy feas y peligrosas, en el extenso período de tiempo en que intervino en la Creación.
Es preciso entender que Dios aparece en la historia del hombre hace 2500 años antes de Cristo. Este hecho demuestra que el Creador no puede influir en la vida y las decisiones de la familia humana, queda claro que ésta decide su propio destino. El hombre aparece en la Tierra hace miles de años, Dios lo cuida y espera paciente para poder entregar su sabiduría. Su intervención más directa fue con Abraham y luego con Moisés demostró toda su grandeza, su amor, su sabiduría y determinación al formar un pueblo, que lo pueda oír, obedecer y respetar su Ley.